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LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS









 

ORIGEN DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS

 
La Virgen de los Remedios parte de España para América en 1540, con los conquistadores y el arzobispo Fray Juan de los Barrios, quienes llegaron a Argentina, y allí levanta en la ciudad del Río de la Plata una catedral en su nombre y con esta advocación. El mismo arzobispo en 1552 es llamado a España y le ordenan viajar al Nuevo Reino como obispo de Santa Marta con la imagen.
 
El padre dominico Luis de Orduña solicita la creación de un templo y la entronización de la Virgen en Riohacha, donde ya se conocía su devoción, pues Nicolás de Federmán, el conquistador, en 1535 la había hecho conocer e implantó su fervor. En 1539 los curas doctrineros que llegaron con Federmán, unos permanecieron en Riohacha y otros siguieron la ruta del conquistador, pero al extraviarse llegaron a Tequia.
 
En 1553 el obispo Juan de los Barrios es trasladado como arzobispo de Santa Fe, y con él la bella imagen; a  este arzobispado pertenecían todas las parroquias del territorio de lo que hoy es Colombia y Venezuela, y bajo su mandato se construyeron más de 300 templos para atender la evangelización de los indios. En Tunja en 1551 ya existía un convento de dominicos, a donde llega la comisión de misioneros enviada por Juan de los Barrios. Posteriormente, y bajo muchas penalidades, llegan a Pamplona, destino final de la comisión. Allí inician la construcción del primer convento de la región. Fray Antonio de la Peña con los regidores de Pamplona ordenan el mapa de la región desde Mérida hasta el Chicamocha y envían misioneros a evangelizar, y con ellos la Virgen de los Remedios. Atraviesan el frío páramo del Almorzadero y llegan a Servitá donde preparan indios mensajeros y los envían a Tequia, pues la meta era llegar allí donde tenía asentamiento esta tribu. Con indios guías y cargueros se inicia la procesión con la Virgen desde Servitá, dirigida por Fray Miguel de Santamaría y dos indios traductores; al tercer día llegan al alto de Palola, hoy alto de Miranda, y descienden por el declive de Lucusguta hasta Pozo Hondo, donde acampan y construyen una ramada improvisada hasta la elección del sitio para la edificación del Santuario a Nuestra Señora.

 

 

Los indios residentes se aproximan tímidamente a la llegada de los misioneros y de los Servitaes. El cacique ordena bajar las flechas; después de cierto tiempo, ya familiarizados, de común acuerdo con los nativos, se ordena la construcción del pequeño templo, sitio existente en la actualidad. Los nativos seguían reacios y violentos a la evangelización; incluso en el vecindario de Pozo Hondo existía un tendero de apellido Correa, quien vendía chicha y guarapo en el Balso, donde se unía el camino que descendía del alto de Palola con el que venía de Molagavita a Tequia; el citado señor estableció el juego de bolo y turra y no dejaba ir a la misa a los nativos. Los misioneros viendo que nadie acudía a la ceremonia fueron a visitar al tendero y éste los recibe con una cueriza; retirándose sin éxito, tiene que buscar otro sitio para la construcción de la parroquia. Para ello se dirigen a Pueblo Viejo. Es posible que por la lucha con los indios, la Virgen haya sido escondida en el templo dónde es encontrada por una pareja que pasa la noche en este lugar.

 

PROEMIO SOBRE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS
Por el Padre José Agustín Amaya

Desde que mi obispo me designó como párroco de San José de Miranda, y me consagré al culto de Nuestra Señora de los Remedios, me fui contagiando de la gran devoción del pueblo de Dios a esta Reina y Soberana, quien había asentado sus reales en esta Comarca.

 
Desde entonces, puse mi empeño en trasladarme retrospectivamente hasta esos días, ocultos en la penumbra de los siglos, cuando los primeros Doctrineros llegaron a Tequia y trajeron la bellísima imagen de Nuestra Señora de los Remedios. Estuve escudriñando la historia de esas épocas y encontré que la Madre de Dios quiso crear un Santuario en cada provincia y en los corazones de los moradores del Nuevo Reino.
 
Y pensé que como el Concilio Vaticano II dice en el documento “Dei Verbum” que la Sagrada Escritura y la tradición constituyen un solo depósito de la Fe, de igual modo y “a pari” podemos decir que la historia se nutre de dos fuentes que se complementan, porque ambas son respetables: por un lado los documentos escritos y auténticos, que hacen cuerpo de doctrina, y que invisten de personalidad la historia, y que dieron razón a Cicerón para definir la historia  como: Magistra Vitae-Maestra de la Vida, Vital Memoriae-Vida de la Memoria, Nuntia Vetustatis- Mensajería de la antigüedad. Y, en segundo término ,la tradición, tan segura, como la historia escrita.
 
Para la presente historia de Nuestra Señora de los remedios de san José de Miranda, he tenido a la vista los documentos de: Don José Manuel Groot-Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada, en sus dos tomos, Baedeker-Historia de Roma, Boulanger-Historia Eclesiástica Universal, entre otros documentos.
 
Estos son los documentos que he consultado. Luego viene la Tradición que se ha transmitido de boca en boca y que ha llegado hasta nuestros días. Es por eso que me he atenido al testimonio de maestros y amigos, ellos ya casi centenarios, y que, a su turno oyeron de otras generaciones, historias apasionantes que no figuran en textos escritos.
 
El Padre Fray Miguel Santamaría O.P. doctor graduado en lenguas orientales en las universidades de Jerusalén y en otras europeas; autor de libros de historia, director de la revista “Los Astrokone”, en la cual prueba la presencia del apóstol Santo Tomás en épocas prehistóricas. El padre Santamaría fue contemporáneo de los historiadores Mezanza y Favo de María; con él estuve largo rato en Tunja, hace unos dos años, en donde murió en el año 1990 a la edad de noventa y nueve años. Estuve indagando si él había oído hablar de los primeros doctrineros dominicos en Pamplona o en Tequia; y si él había oído hablar de Nuestra Señora de los Remedios, a lo cual él respondió: en el año de 1918, conocí en Roma un sacerdote llamado Eusebio Corredor, que había sido cura en Tequia, y ,había entregado, me dijo el curato al Padre Isidoro Miranda; y yo llevado de la curiosidad, le pregunté, si había algún vestigio de la presencia de los dominicos en Tequia, como primeros doctrineros que fueron de esa comarca; y él me respondió, que se guardaba una sagrada memoria de ellos, tanto por haber sido los primeros doctrineros, como porque ellos trajeron una imagencita de bulto de Nuestra Señora de los Remedios que actualmente se venera en Tequia.
 
Yo le seguí preguntando al padre Santamaría, si él sabía más acerca de la devoción a Nuestra Señora de los Remedios, y él me contestó que solamente lo que le oí al Dr. Corredor, que de seguro andaba de peregrino en Roma.
 
…la opinión del Padre Maximiliano Aceros, quien dice que el nombre de Nuestra Señora de los Remedios, se debe a que los indios mordidos por serpientes venenosas, acudían a la Virgen de Tequia, y que por eso se denominó y la invocaban con el nombre de los Remedios. Sea lo que sea en esta historia de Nuestra Señora de los Remedios, nos atenemos a la antigua tradición de la venida de varias imágenes de Nuestra Señora de los Remedios, de España, y que al encontrarse en Tequia, no hay otra explicación posible, sino que debe ser la misma que trajeron los primeros doctrineros venidos de España, y luego de Santa Fe, y luego de Pamplona.

 

…Porque desde el descubrimiento de América, al lado del pendón de Castilla, fulgía la cruz de Cristo y al lado de esos signos, los doctrineros traían las primeras imágenes de Nuestra Señora.

 


ORACION A LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS

¡Oh! soberana Señora y Madre amorosísima, gloriosa siempre Virgen María de los remedios, yo te suplico me recibas en el piadoso pecho de tu misericordia, como esclavo perpetuo tuyo y con singular protección me ampares y favorezcas ahora y en la hora de mi muerte; en tu piedad amorosa pongo toda mi esperanza, todo mi consuelo, todas mis penas, para que con tus ruegos misericordiosos encamines todas mis obras y pensamientos a la mayor gloria de Dios y honra de tu Unigénito Hijo, Jesucristo Nuestro Señor. Amén


VISTA SATELITAL
ELOCUENCIA


Allá tras de las montañas, bajo el cielo estrellado,
está San José de Miranda cual tesoro acrisolado,
todos le estamos cantando porque nos ha inspirado.

¡Oh si! sencillito pero honesto es mi pueblo acogedor,
invencible en las luchas como fue su fundador,
quien nos dejó patrimonios de gallardía y pundonor.

En su terruño aprendimos a tejer de espinas rosas
y a hacer de cada tropiezo, alas de mil mariposas,
para volar por el mundo haciéndote conocer
como a la patria querida que un día nos vio nacer.

Es San José de Miranda el terruño encantador
que nos impregna en la sangre honestidad y honor,
para decirle al mundo ¡soy mirandino señor!,
por eso somos frenteros rellenitos de folclor,
porque allí nos enseñaron de la vida lo mejor.

Nuestra patria es bendita, privilegio celestial,
de nuevo con Seminario, toca su marcha triunfal
para servir de regazo donde se pueda gestar
vocaciones consagradas en vida sacerdotal.

Ya muchos seres queridos se marcharon para el cielo,
pero eso sí, nos dejaron frutos de grandes anhelos,
con sabiduría innata, su tesón y sus desvelos.

¡Arriba patria querida!
no te dejes rezagar,
mira que eres consentida del que sabe amar,
el Creador del universo, que es el que te hace triunfar.

Mery Corzo Suárez

A SAN JOSE DE MIRANDA


Vagan solitarias muchedumbres
cumpliendo con esfuerzo y voluntad,
cantando por las faldas van en grupo,
de la vieja Tequia a la gran ciudad.

Un ladrillo no más sobre sus hombros,
carga feliz aquella muchacha,
y Jesús les bendice aquella obra
de trasladar su Tequia a la planada.

Los peregrinos proceden el camino,
y las mujeres elevan la oración,
y el sacerdote, Miranda los recibe
con el canto alegre y solemne bendición.

Así se fundó con amor y gran ternura
esta Miranda que es nuestro gran querer,
y gracias al hermoso santuario que tenemos,
hoy es el pueblito lindo de Santander.

Rosmira Parra Bermúdez.

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